Se llama violencia al ejercicio de dominio de un ser sobre otro, que reniega de las diferencias y tiende a la anulación de su identidad...

Hijo del campo

                                                                                                                                                    De Martín Marcou

Hijo del campo, la obra del dramaturgo y director Martín Marcou refleja una relación padre-hijo estereotipada, donde la figura de "lo que debe ser" no deja ver el fondo de "lo que es". Es un hijo en soledad, en el medio de tanta vida...

La vida en el campo es más apacible que la de la ciudad, la naturaleza le brinda esa tranquilidad ansiada por todos. Las tareas y el clima marcan el horario de trabajo para aprovechar mejor la luz del sol; los jóvenes, tienen a cargo el cuidado de los animales, el pastoreo, el ordeñe y la comida, entre otras cosas. Martín, se dedicaba a ésto en su provincia, Santa Cruz, en un verano de mucha faena. Él, nos narra como es vivir en la Patagonia, y nos interesa, pero lo que verdaderamente nos conmueve son las palabras que nacen de su dolor, de su silencioso sufrimiento; y, al escuchar como le ha costado poder desprenderse de esa agonía nos damos cuenta, que no le ha sido fácil convivir con su padre pero tampoco le ha sido fácil tomar la decisión de ser "él mismo" en el medio de tantas tradiciones familiares.

Los mandatos familiares inconscientemente, nos agobian. ¿Por eso, será que generalizamos todo? ¿Por eso, nos auto marginamos? ¿Porque el pensar y sentir diferente, es tan cuestionado? El plan de vida formado en la primera infancia bajo la presión paterna, es vital, pero ¿hasta cuando se puede fingir ser alguien, que uno no es? ¿hasta que punto nuestros padres pueden influir en nuestras elecciones de vida? Tal vez, Martín, el hijo del campo, encontró el camino a seguir...Quizás, se ha convertido en un héroe...

La armoniosa música que se nos presenta a la par del relato, avala las experiencias campestres; las letras de las canciones son el encuadre del retrato de una juventud desesperada que en ellas encuentra el refugio anhelado. Y, con la melódica y sugestiva  voz de Carolina Cursi, nos transporta a ese mágico terreno natural en paralelo a una realidad existencial vacía. El cuadro, es fantástico, Martín y Carolina, cantan; ella, con sus suaves cuerdas vocales y las de su guitarra; él, con su emoción a flor de piel y con sus palabras llenas de sentimientos.

El texto, es detalladamente descriptivo en temas rurales y está orientado a la reflexión personal, enfocado a una visión amplia de nuestras vidas en cuanto a los deseos, los cuerpos, la sexualidad, el género, la violencia... Todas las partes de éste unipersonal confluyen en un hecho teatral conmocionante.

Es una puesta para verla con el corazón abierto, porque Martín Marcou con su interpretación nos llega hasta lo más profundo de nuestro ser al escuchar el amor que siente por su padre y la pasión hacia la tierra que lo vio nacer. Su angustia, lo traspasa, y las ganas de expresarse libremente, también.

Lo recibimos, lo abrazamos y lo aplaudimos!

                                   Redactora: Estela Gómez

                                                       17/09/2016