Roberto Arlt y la rebelión de lo locos

Roberto Arlt y la rebelión de los locos

De Luis Rosatti

“Nada en este mundo puede tomar el lugar de la persistencia. El talento no lo hará. Nada es más común que los hombres sin éxito y con talento. Los genios tampoco. Los genios no recompensados es casi un proverbio. La educación tampoco. El mundo está lleno de negligentes educados. La persistencia y determinación son omnipotentes.” Calvin Coolidge

La literatura ofrece mecanismos más o menos felices para enhebrar aquello que no se dice o que sólo ella dice en la medida en que es invención.

“Los siete locos” (1929) es un título deliberadamente sencillo, claro, colaborador. Promete un relato acerca de siete personas fuera de sus cabales. Todos son seres angustiados, anclados por su propia individualidad, sufridos y tristes. Son personajes muy extravagantes: asesinos, fascistas, proxenetas, inescrupulosos y mentirosos.

El inicio de la identificación, de la suspicacia, tiene que ver, con el momento de adjudicar identidades, atribuir nombres, Los siete locos construye en la literatura argentina, una nueva topografía urbana –sintonizada con el mundo de la tecnología y la industria— y una nueva subjetividad literaria. La anécdota sirve de marco al desarrollo de un discurso minucioso, una modalidad casi obsesiva de la obligación de “conocerse a sí mismo”, para dar cuenta de la repercusión interior de todos los acontecimientos de la experiencia, la memoria y las posibilidades sensoriales.

Los protagonistas de la rebelión son: Remo Erdosain (RUBEN CERRILLO), Inventor fracasado, un metafísico; El Astrólogo (ARMANDO ALÍS); Arturo Haffner (MARTÍN PADÍN), Rufián, un cafishio; La Vasca (MIRIAM NOBILI), la prostituta; Ergueta (ALFREDO DERI), Farmacéutico, tiene el mito de Cristo; Hipólita (IRENE ARTSTEIN), la mujer de Ergueta. Todos estos fantasmas incomprensibles… en términos generales, son el sinsentido del mundo tal como está organizado, la llegada de la Escritora (ALEJANDRA ABRAHAM), teñirá la percepción y conciencia de cada uno de estos personajes, sus monólogos interiores, llevaran a la literata a unos extremos delirantes y temibles, provocaran un estallido en su mente,  y también reflexiones disparatadas y lúcidas por igual.

La operación crítica tendió a convertir en burgueses descontentos a sus personajes, los locos, los desclasados, en cierta forma, son los que eligen vivir la realidad como si fuera ficción.

El poder para seguir adelante superará todos los obstáculos.

La persistencia puede superar casi cualquier reto. Cuando pones tu mente en algo y estás dispuesto a hacer todo lo posible, incluyendo paciencia, dedicar tiempo y ajustar tu estrategia para llegar ahí, conocerás la omnipotencia de la determinación.

Cada personaje quiere seguir viviendo, quiere vivir y dramatizar un género o un libro; son estereotipos que cargan las armas de la ironía, y la fantasía teatral, plantea la locura absoluta de la sociedad, la crueldad del capitalismo, la frialdad de la industria y sus máquinas tecnológicas, contrastando a éstas últimas con la endeblez y fragilidad del hombre mortal que las crea.

Una vertiente filosófica que aborda el existencialismo de principio a fin. 

Una obra que estremece por lo pretenciosa que es, capta el corazón y conmueve con el poder del arte, literatura y teatro imposible no lograr la transformación, desafiando nuestras mentes.  

Como atiende y como lo entiende a Roberto Arlt, el dramaturgo LUIS ROSATTI, prolífico, grandioso trabajo, genial usar el talento para influir en la mentalidad y reflexión de la humanidad a través de este icono de la literatura argentina. Un espectáculo único, desafiando con su puesta en escena, reinventado y ofreciendo un lenguaje que hace vibrar las resonancias desde la estructura y las temáticas propias del texto literario.

Una colaboración creativa del elenco, que te deja sin aliento sus interpretaciones.  Excelentemente bien logrados todos los personajes, con fuerte expresión cada caracterización, parecen marionetas vivientes o estatuas con vida, magníficos/as TODOS!!! No puedo dejar de enaltecer  la particularidad de Martín Padín y Alfredo Deri sublimes sus actuaciones.

Combina todo lo mencionado, la energía, pasión y profesionalismo puesto en la escenografía y el vestuario a cargo de Nora Churquina, promete un viaje inolvidable por los años 30 de la argentina.

Un detalle más para destacar, el maquillaje de los intérpretes, que si se lo hacen ellos mismos, ya que en la ficha técnica no figura maquilladora, es realmente sobresaliente.

Los efectos sonoros al igual que la iluminación logran atrapar el espíritu de la obra.

Un intenso trabajo intelectual y artístico que se desarrolla en un espacio muy propicio, una propuesta imperdible!!!