La omisión de la familia Coleman

"La omisión de la familia Coleman"                                       

Claudio Tolcachir

"Yo no sé por qué, sargento

Me llevó el destacamento

Si somos una familia muy normal

Si somos una familia muy normal"

                           - Mr. Jones o pequeña semblanza de una familia tipo americana - Charly García

Luego de 10 años en el off, más de 1500 funciones, gira por 22 países y presentación en alrededor de 50 festivales teatrales, una docena de premios y más o menos la misma cantidad de nominaciones recala en la calle Corrientes, más precisamente en la sala Pablo Picasso del Paseo La Plaza esta maravillosa experiencia teatral llamada "La omisión de la familia Coleman". En los tiempos que corren para una obra teatral, en una ciudad como Buenos Aires, que respira teatro y existe una sala teatral con una propuesta diferente debajo de cada baldosa mantener una obra del off durante 10 años es cuasi milagroso por eso esta familia tan especial se anima a celebrar el record presentándose en una sala de alta exposición. 

La primera vez que me inmiscuí en la intimidad de esta familia tan particular andaría por su segunda temporada, verlos nuevamente tantos años después y  descubrir que han crecido tanto es sumamente gratificante. 

La abuela (Araceli Dvoskin) comparte su casa con su hija Memé (Miriam Odorico) y tres de los cuatro hijos de esta: Marito (Fernando Sala), Gabi (Tamara Kiper) y Damián (Diego Faturos), estos últimos mellizos. La obra habla principalmente de la dificultad de estos personajes para relacionarse, comunicarse , convivir y sostenerse. Viven y sobreviven como pueden en una casa deprimente que no los reune, simplemente los amontona y amenaza con derrumbarse con ellos en cualquier momento. Verónica, también hija de Memé, hermana de Marito y media hermana de Gabi y Damián es el contacto con el mundo exterior más "normal" que pueden tener. Verónica ha sido criada lejos de esa atmósfera enfermiza y se ha convertido de alguna manera en una proveedora de la familia debido a su buena posición económica. La abuela es el núcleo congregante de esa familia tan atípica. Memé es una madre despreocupada e inmadura, Gabi es quien se carga al hombro el hogar, Damián es un jóven continuamente enojado con la vida y Marito es un ser "especial", padece entre otras cosas de incontinencia verbal y es capaz de decir la peor de las barbaridades sin ningún tipo de filtro. El día de su cumpleaños, que para toda la familia pasa inadvertido, la abuela sufre un ataque que requiere internación urgente, esto hace que esta familia tan singular se enfrente con una situación movilizadora como la de encontrarse fuera de la casa que cohabitan, la preocupación por la salud de la abuela que por momentos los inquieta y por otros les resulta totalmente indiferente. La internación abre un espacio para que otros dos personajes entren a interactuar con ellos hasta donde ellos los dejan, el médico (Jorge Castaño) y Hernán (Gonzalo Ruiz) el remisero de confianza de Verónica. La muerte de la abuela y una noticia totalmente inesperada tiene un efecto Hiroshima sobre este grupo tan peculiar. Los frágiles lazos que los unían se cortan abruptamente porque todos esperaban ansiosamente el momento de poder abandonarse y comenzar una nueva vida. 

La familia Coleman comete una gran omisión pero en realidad tiene una vida llena de omisiones, como las deben tener todas las familias, en los senos de todos los hogares por mejor plantados y constituidos que esten debe haber omisiones, temas de los que no se habla, conversaciones que se posponen al eternum y hechos sobre los cuales se hecha un manto de olvido obligatorio. A lo largo de tantos años los roles estan tan trabajados que se han convertido en la segunda piel de estos actores. La dramaturgia que surgió de larguísimas noches de improvisación en Timbre 4 hasta que se plasmó en un texto y se convirtió en el primer éxito teatral de Claudio Tolcachir, hoy un reconocídisimo actor, director y dramaturgo de la escena under del teatro porteño. El texto navega placidamente por las delicadas aguas del humor, el humor negrísimo y el mismísimo drama. Estrenaron con mañas del teatro no comercial, sus cuerpos tienen la memoria apegada a Timbre 4, es posible que les cueste adaptarse a la mudanza, el cambio es grande y significativo, no es para menos. Demás está decir que es imperdonable no ver al menos una vez en la vida "La omisión de la famila Coleman", si Boedo quedaba fuera del circuito de rutina ahora que estan en pleno corazón de la movida teatral no hay excusas para no verla.