FUERA DE LÍNEA

FUERA DE LÍNEA

De Agustín Aguirre

El hacer las cosas siempre de la misma manera tiene una explicación detrás. Le permite a tu cerebro mecanizar las tareas diarias de manera que no haya que pensar cómo hacer las cosas cada minuto del día.

De esta forma, empezamos a automatizar el modo en que nos cepillamos los dientes, nos bañamos, comemos o trabajamos, liberando (en teoría) a la mente para tareas de más alto nivel.

Sin embargo puede llegar un momento de nuestra vida en donde todo se convierte en habitual y conocido. Hacemos las mismas cosas día tras día dando una previsibilidad extrema a todo. Viajamos en colectivo como un avión en piloto automático dejando que las cosas sucedan por inercia y básicamente nos dejamos llevar.

Nos sentimos así cómodos viajando. Miramos por la ventanilla y se ve siempre el mismo recorrido. De repente un día, nos empezamos a sentir extraños con una sensación de vacío y aburrimiento. Y en el lugar menos esperado, la catarsis se apodera de tu persona.

Ese es el momento de comandar nuestro viaje, cambiar el recorrido de nuestra vida. Salir de nuestra zona de confort y empezar a evaluar qué cambios podemos hacer para darle más sentido a nuestro destino.

Esto va a depender también de la edad, la situación actual, las responsabilidades, como así también de otros factores como el barrio donde se vive. Lo que vale es apostar al cambio.

La rutina envuelve tanto mujeres como hombres, jóvenes y adultos, caminan, suben y bajan de diferentes transportes para hacer su viaje acostumbrado, al lado de millones de personas; hasta que algo desencuadra, uno busca equivocadamente superar su insatisfacción en las cosas, y no busca el por qué de tal sensación; un viaje rutinario se transforma en un viaje muy particular, cómo sucede acá, donde cinco personas se irán despojando sin pudor de todas sus locuras y malestares arrancando risas a lo largo de su viaje, y dejando en cada parada una intensa reflexión de sus actos.

Una obra altamente recomendada, por el trasfondo de su mensaje.  Se trata más bien de qué manera sutil una tragicomedia te lleva a explorar nuevas posibilidades en lo que hacemos y disfrutamos de ello. De que los pequeños cambios de a poco le dan variedad y riqueza a tu vida. Que aprender a hacer las cosas de otro modo te brinda un abanico de posibilidades.

Pero todo lo mencionado, sólo se puede apreciar por las maravillosas  actuaciones, por su búsqueda y compromiso con cada personaje, por la exigencia estética y la entrega. Están todos, los cinco actores fantásticos, pero atrajo mi atención y para él un destaque especial por su fuerza y su muy logrado papel, SEBASTIÁN FERNÁNDEZ.   

Con una escenografía simple pero efectiva para el ámbito donde sucedía la historia, una muy buena puesta de luces y sonido.

Exquisita manera de interiorizar una vez más al ser humano, en la simpleza de un breve recorrido. Internalizando la comicidad y la introspección en cada espectador. Mis felicitaciones al autor y/o director por su espectacular trabajo.