EL FLETE

EL FLETE

Un policial gris. Una comedia dramática.

De Marcos Casanova     

“Lo peor que hacen los malos es obligarnos a dudar de los buenos.”

Jacinto Benavente

Cómo sobrevivir a una simple mudanza.

Víctor (Cristian Majolo) está muy alterado, camina por la cornisa ante la falta de un flete que lleve sus muebles a la localidad de Laprida. Le urge el servicio de éste, pero no cuenta con los medios económicos para sustentarlo; no en forma inmediata, asegura que podrá pagarle a quién le haga este favor, luego de la mudanza. Es por eso que apunta a la buena onda de los vecinos para darle una mano. Es así que llama a Petete (Juan Marioti) quien tiene una camioneta, y puede quizás ayudarlo con el traslado. Lo que Víctor desconocía, que su vecino Petete la había vendido, ya no le pertenecía el rodado. Pero éste, muy comedido por cierto, no dudo ni un instante en decirle al nuevo dueño, un tal Alberto (Fernando Martino), también vecino casi al lado o enfrente de su casa.

Petete pensó si él podría hacerle el favor de que le preste lo que fue su camioneta, para realizar el flete, y luego cuando se produzca el pago, repartir la ganancia.

Es así cómo éstos tres caballeros, se reunieron en la pieza de Víctor, para hablar sobre el tema en cuestión. Va en realidad hablar, lo que se dice…no, comunicar sin la claridad que se requiere en estos casos, ya que no se conocen. Pero todos aceptaron de alguna manera este “pacto” de muy pocos datos, lo que sí queda bien claro es que necesita llevar los muebles allá en Laprida, y a la entrega de éstos, recibiría un sobre. Obvio sin saber que contiene el mismo.  

Cabe aclarar que los muebles viajaban solos, o sea sin la compañía de su dueño Víctor, una especie de contra rembolso, entrega de un objeto (muebles) contra recibo un (sobre) a quién los llevase. Este elemento tendría que llegar a las manos del interesado, en este caso, el joven que prefiere delegar la tarea en un desconocido, con tal de no viajar él mismo.

¿Qué raro no? Tanta urgencia, tan pocos datos, a penas los necesarios, que daban más sospecha que otra cosa. Pero más raro aún es dar con gente, que a pesar del enigma que guardaba, preferían dejarse manipular, con tal de saber el misterio de ese viaje y la recompensa que podría obtener por hacerlo.

Un reflejo de la actualidad, tendencias sobre la manipulación, sobre la verdad en la información, sobre la expresión y la necesidad propia del acto de comunicarse, éstos y muchos más son los aspectos que relata ésta historia, que tiene relación con otro relato oculto, es algo que está en nuestro inconsciente narrativo, y mucho de esto está implantado en El Flete de Marcos Casonava, un autor costumbrista, moderno, incisivo, que supone una reacción contra el melodramatismo. Es por eso que esta obra se la puede considerar comedia dramática, además de un policial. Tomando como fundamento la vida. Realismo, naturalidad y verosimilitud son los tres supuestos de que parte su arte, exquisita ironía y atrapante historia.  

Las interpretaciones son tan pero tan convincentes, que por momentos, te transporta al cine, no hay error, no hay furcios, parece un film adaptado al teatro.

Una obra redonda que sobresale, además de su talento como narrador, por el tremendo trabajo de los tres protagonistas, muy histriónicos, hablan por sus gestos, por su cuerpo, una trama que por su destacable actuación, la hacen más interesante, y se revela mucho más que el responsable de un crimen.

Su director y actor CRISTIAN MAJOLO, permite tocar temáticas universales. Cómo la extinción de la falta de valores, donde la disculpa  o la actitud de pedir perdón son vistas como debilidades humanas, entonces frente a cualquier conflicto la respuesta inmediata es cortarle la cabeza al otro como si viviéramos en la época de los samuráis. Esto sólo se transmite con la acción de los actores, algo que tiene el ordenamiento de su director sin lugar a dudas. Está muy bien trabajado el desarrollo de los personajes que en un principio conocemos como un grupo de personas amables, pero cuando se caen las máscaras afloran entre ellos verdades que mantuvieron calladas y que nada tiene que ver con el conflicto que los reunió.

La dirección de Cristian Majolo es brillante, al igual que la asistencia de dirección a cargo de Cristian Thorsen, conocen perfectamente todos los recursos escénicos y sabe dar relieve dramático a las acciones más intrascendentes.

La escenografía escueta pero muy acertada, para ambientar una verdad escondida.

Y algo que suma a la excelencia además de lo mencionado, es el sonido y la iluminación. Muy buenos los efectos de la lluvia y del final.