El Sr. Galíndez
De Eduardo "Tato" Pavlovsky
Sin Memoria No hay Futuro
Sin Historia No hay Identidad
"El Señor Galíndez”, escrita en 1973 por Eduardo Pavlovsky, teatro político de choque contra la subjetividad y las instituciones del fascismo.
Refleja la imagen del torturador inmerso en la normalidad de lo cotidiano. Es una obra que plantea a la tortura no como patología individual sino como producción de subjetividad institucional. Una tortura diaria, cotidiana, interiorizada como conducta normal, aceptada y valorada.
“Si insistimos en los cuadros psiquiátricos individuales de los torturadores perdemos de vista el eje central de la problemática: la tortura como institución”, destacó Pavlovsky.
Una habitación, con pocos muebles, ambientado para pocas personas, un hombre está dentro, se muestra inquieto, expectante. Recorre el ambiente, como que no conoce el espacio. A él lo mandó Galindez a que fuera ahí.
Llegan dos tipos más, asombrados por ver a éste, dentro de la pieza. Les llama la atención, no sabían nada de su llegada, el Sr., no les avisó.
Comienza la presentación entre ellos, muy particular por cierto. Cargado de violencia, maltrato, intolerancia, como poniéndolo a prueba. Lo ningunean a más no poder. Y se regodean de su profesionalismo y conocimiento, por llevar un par de años trabajando para el Sr. Galíndez; con diversos procedimientos que provienen de sus experiencias. Cosa que el recién llegado, sólo habla de él a través de un libro que leyó.
Hasta aquí son solo tres hombres, en un mismo lugar, preparándose para vaya saber que…que ellos lo consideran “trabajo”.
Y que de hecho, a uno de ellos, le preocupa perderlo. Es por eso, que estudia, mientras espera, perturbado por el encierro, proyecta otra actividad, ante la pérdida de este empleo. Además tiene una hija, con quien habla de forma muy cariñosa por teléfono, cosa contraria a como habla con la mamá de la nena.
En cambio el otro, se dedica hacer gimnasia, prepararse físicamente, mientras que el recién llegado, sólo duerme.
La concepción del personaje invisible de Galíndez, su presencia-por-ausencia, y el siniestro recurso de la comunicación intermediada por el teléfono, es lo único que sabemos de él. Es todo un misterio, sólo una voz. Escuchada por ellos a través de un auricular. No es siempre la misma voz, y en algunos casos poseen matices deformantes. Lo que por momentos, les hace dudar ante la ejecución de una orden. Pero la paga es buena, Galindez existe. Por más que jamás lo hayan visto. Esto carga la presencia del poder, por más que sea inaccesible a la vista. Manipulados estos empleados, cuando el teléfono suena, estos fortachones acuden de inmediato, obedecen a raja tabla, las misiones que se le encargan.
Una de esas, fue buscar un “paquete” en la esquina, con etiqueta de regalo para estos sujetos.
Allá aparecen dos mujeres, dos jóvenes prostitutas. Amordazadas y unidas entres sogas.
Y es ahí, cuando los castigos, la represión y el salvajismo se hacen presentes en su máxima expresión.
Ellos son torturadores, dos mentes criminales que realiza su "trabajo" espantoso sin que nadie lo perciba, sacan de su maletín, materiales para su procedimiento, cómo un cirujano, utiliza sus instrumentos quirúrgicos. Manteniendo una calma y "normalidad", como auténticos profesionales del horror. El joven es invitado, a tomar parte de esta ferocidad, y es ahí cuando revela su identidad, también es uno de ellos, abrirá su estampa de fascista y cruel colaborador, hace un discurso de lavado de cerebro, que lo conduce a ser un siniestro represor más.
El Señor Galíndez, trata de “despertar la conciencia crítica del espectador no solo ante la representación sino a través de esta, ante su propia vida” pero alejado de cualquier dogmatismo que pudiera convertir el escenario en cátedra o estrado, con apelación exclusiva a principios éticos, es decir, universales e incuestionables, para definir las actitudes de los personajes, no a meras diferencias ideológicas, políticas o morales.
Profundiza definitivamente esta tendencia y temática de represores y colaboradores de la Dictadura. Los personajes se detallan desde lo físico hasta lo psicológico. Se trabaja la estética de estas fiera presentándolos más ambiguos y complejos de lo que imaginamos.
En el escenario, no se convierten en dos monstruos, sino en seres simplemente cotidianos. Como ejecutores profesionales de la tortura, también pueden ser buenos padres, sentir inseguridad respecto a su “profesión” y temer los relevos que pueden producirse en lo alto sin que ellos se enteren.
El joven que manda el Sr. Galíndez para que aprenda el “oficio” puede recorrer el intrincado y complejo mundo de los afectos de personas que han quebrado su ética, precisamente confrontándola con su reverso estético.
Hay una vergüenza de la que no se vuelve: la tortura.
Parece claro que la obra responde a un deseo del autor de dar forma a un contenido que tiene necesidad de expresar, un ajuste de cuentas con un tema -o una realidad- que le concierne.
El director y/o actor Daniel Loisi, impregnó de realismo esta obra. Marcando una fractura profunda del devenir histórico argentino. Simplemente brillante. Con una necesaria realización, y una excelente ejecución y adaptación. Acompañado por un selecto y majestuoso grupo de actores, que con profesionalismo cuentan una historia dura, con profundidad, crudeza y verosimilitud.
Una obra que da para opinar, ya que no se puede salir, como entraste, se puede charlar sobre el tema y hacer memoria, o informarse aquellos que no lo están. Es por eso que los intérpretes, invitan a un debate, a la finalización de cada función.
Calificación: Excelente
Redactora: Silvina Brandana
Ficha técnico artístico
Autoría: Eduardo "Tato" Pavlovsky
Actúan: Daniela Cerliani, Gustavo Langelotti, Daniel Loisi, Laura Manzaneda, Pablo Walluschek
Asesoramiento estético: Laura Manzaneda
Asistencia de dirección: Laura Manzaneda, Germán Facundo Rearte
Puesta en escena: Daniel Loisi
Dirección general: Daniel Loisi
Web: http://lapaginadedanielloisi.blogspot.com.ar/2013/05/el-senor-galindez-pavlovsky-por-loisi.html
Duración: 60 minutos
Terminó su 2da temporada
Teatro IFT
Boulogne Sur Mer 549, CABA
Teléfono: 4962-9420
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Laura Preguerman (martes, 21 mayo 2019 18:46)
Obra imprescindible.Hice la asistencia coreografica en 1995 con la direccion de Norman Briski en Babilonia.Ensayamos en Caliban con Susi Evans,Tato Pavlovsky, Arturo Maly, Elsa Berenguer....etc