19. octubre 2013

Todo lo demás no importa

"Todo lo demás no importa"

Andrea Chacón Alvarez sobre textos de Sara Gallardo

“El que aprende a contar nunca está solo”

Nos encontramos ante una obra más que interesante, en principio para disfrutarla y luego para analizarla. “Todo lo demás no importa” es una dramaturgia de Andrea Chacón Alvarez sobre textos de Sara Gallardo, una escritora de excelencia de la década del 50 al 60, injustamente olvidada y es a través de esta pieza teatral que su obra cobra vida nuevamente. Sara Gallardo, en “El país del humo”, libro del cual han sido extraídos los relatos, recrea los colores y sonidos del campo, la ciudad y el mar con una escritura libre y despojada.

Tiempo de vacaciones, la hora de la siesta en la casa de la abuela es el momento ideal para que dos jóvenes primas (Noelia Antelo y Magalí Fugini) pasen sus horas narrándose las historias que escuchan una y otra vez en la familia. Las narran, las interpretan, juegan y crean los climas ideales para cada momento, en ocasiones el relato es sereno como una tarde soleada y por otros intenso y bravío como un tropel de caballos.

La dramaturgia es bellísima, la escritura de Sara Gallardo es tan precisa como austera y le permitió a Andrea Chacón Alvarez desplegar un sinfín de recursos para enriquecer la escena, pobló espacios con matices divertidos, exploró formas con sus actrices que potenciaron los textos fluyendo desde la gestualidad y los tonos a la hora de contar, el resultado es conmovedor, por espacio de una hora los espectadores se convierten en un grupo de niños escuchando extasiados las fábulas fantasiosas de sus amigas mayores que no escatiman esfuerzos al momento de amenizar la siesta. La escenografía es mínima, casi inexistente pero no se necesita más, son ellas, es su presencia, son sus pequeños juguetes a cuerda, las sombras que proyectan y un par de canciones muy bien interpretadas lo único que se necesita para pasar la mejor de las tardes de domingo. La calidad interpretativa es sublime, estas dos criaturas se adueñan de ese cálido espacio que eligieron para jugar y se mueven libremente abriendo paso a su imaginación y dándole alto vuelo a la de los que con total atención seguimos sus pasos desde la platea.