09. octubre 2013

DETRÁS DEL VIENTO

Y cayó la palabra de piedra

Sobre mi pecho todavía vivo.

No importa. Estaba preparada.

De alguna manera me las apañaré.

Hoy tengo que hacer muchas cosas:

Hay que matar la memoria,

Hay que petrificar el alma,

Hay que aprender de nuevo a vivir.

Si no... El caluroso susurro del verano

Celebra su fiesta en mi ventana.

Hace tiempo que presentía

Este día luminoso y la casa vacía.

Anna Ajmátova

“Detrás del Viento”

Cuatro mujeres, cuatro vidas encerradas en un abismo, y, en el medio, una condena que, muy pronto, será, aparentemente, liberadora.

Los mandatos familiares prohibitivos, los eternos prejuicios, los evidentes estereotipos, el temor “al qué dirán”…son pautas que marcan a una sociedad que aún le falta madurar, que sigue basándose en un sentido común y en una lógica mal ejercida durante años por miles de familias aferradas a un modo de vida tan cerrado como doloroso. Tanto en épocas pasadas, como en las actuales, todavía, cuesta mucho ampliar la mirada, tratar de entender al otro, ponerse en su lugar y no juzgar… A veces, la carencia de éstas acciones puede derivar en una tragedia, por eso, hay que parar y reflexionar sobre éstas cuestiones, que aunque parezcan no tener importancia la tienen y mucha. O si no, como se puede explicar lo que sucedió en la obra de teatro “Detrás del viento”, De Mónica Bruni, Justina Bustos, Brenda Chichlowski, Camila Outon, Carla Petrillo, Agustín Camisa, una historia llena de vida y de lágrimas.

Su argumento, nos cuenta que viven en una casa, en el campo, cuatro hermanas: Jesabel (sufrida y etérea), Jane (autosuficiente y líder), Janet (distraída y demandante) y Jennifer (aniñada y temerosa); ellas, viven en un mundo aparte, aisladas de la ciudad, encerradas en sus frustraciones y sus miedos, esperando, que suceda algo para despertar, y algo sucedió… pero, ¿para qué sirvió? ¿Para salvarlas o para censurarlas cada vez más? Sus vidas, se asemejan a un laberinto en donde la cotidianeidad las abrume y las hace golpearse entre ellas, van en contra de sus sueños y de sus inmensas ganas de amar y ser amadas, hasta que un día llega una salida inesperada en donde el llanto será el protagonista principal y la locura su fiel acompañante.

La mirada sutil y femenina de Mónica Bruni, su directora, hace que cada una de las actrices se destaquen desde un principio, dejándonos bien en claro que todos los personajes son producto de un mundo sin corazón, en donde la apariencia es lo que vale, y donde son obligadas psicológicamente a abandonar el deseo de lo que ellas quieren ser en realidad. Impecables, son las actuaciones de Justina Bustos, Brenda Chichlowski, Camila Outon, Carla Petrillo, ya que se las ve seguras, concentradas, conmovidas….Y, eso, nos contagia, y, observarlas nos llena de tensión y de emoción. Aunque, a veces, soltemos una sonrisa por algunas actitudes de estas señoritas, la amargura de sus vidas nos lastima el alma.

La delicada música (Juan Pablo Schapira), nos conquista, y, tanto el vestuario, como la estenografía (José Chaya, Santiago Talledo), nos marca la época y el estado de ánimo en que se encuentran, demostrándonos la importancia no solo de las palabras, si no también, del contexto que las acompaña.

Esta puesta teatral, está recomendada porque la dramaturgia deAgustín Cammisa es muy atrayente, y, porque está interpretada por jóvenes y talentosas actrices, que se brindan enteramente al público en una muestra de pasión por el arte escénico.

MUY RECOMENDABLE.

Redactora:Estela Gómez

Ficha técnico- artística

Autoría: Mónica Bruni, Justina Bustos, Brenda Chichlowski, Camila Outon, Carla Petrillo

Dramaturgia: Agustín Cammisa

Actúan: Justina Bustos, Brenda Chichlowski, Camila Outon, Carla Petrillo

Diseño sonoro: Juan Pablo Schapira

Música original: Juan Pablo Schapira

Colaboración en escenografía: José Chaya, Santiago Talledo

Asistencia técnica: Gerónimo Reig

Asistente de producción: Gerónimo Reig

Dirección: Mónica Bruni