LAS MANOS DE EURÍDICE

LAS MANOS DE EURÍDICE

De Pedro Bloch

 

“Todos sufren -pensó- , y cada uno sufre porque piensa. En el fondo, el espíritu del hombre no piensa más que en lo eterno, y la conciencia de la vida no puede ser más que angustia”.

 

Malraux Andre / Condición humana (fragmento)

 

Y así vamos por el camino de la vida, cargando nuestra melancolía de esos vínculos que alguna vez fueron y ya no son. ¿Qué reproche puede cambiar la historia que tuvimos? Nada puede cambiar eso. Sin embargo, si hay algo que puede revertir el presente y futuro de Gumersindo Tabares (CRISTIAN THORSEN), quien vuelve a lo que alguna vez fue su hogar luego de siete años de ausencia.; se trata de dar un paso, de acercarse, de poder enfrentarse a lo que es él en verdad, reconociendo sus graves errores cometidos en el pasado, y asumiendo la pena que produjo su abandono.  

 

Carga una pesada mochila de dolor, es “hombre”, un ser humano como vos, como yo, con sus debilidades y fortalezas, alguien que alguna vez puso su esperanza en una historia que después no pudo continuar, sostener. Su identidad, su propia historia no se lo permitió, no supo ver, no tenía las herramientas quizás para ver cuánto más amor podría haber tenido en su vida.

Hoy a su regreso indaga en su mente, en sus emociones, en justificaciones vanas, que podemos ser los arquitectos de nuestro destino, los dueños para cambiar la historia, esa que arrastramos… “Lo que te tocó en suerte”.  

 

Entre la realidad y la ficción, vive este aventurero, mitómano y desprestigiado ser, crea para sí mismo un personaje digno, buscando la culpa de sus acciones en los otros, no reconociendo sus atrocidades. No se contentó con vivir intensamente se entregó a alimentar su propia leyenda: construyó un sujeto capaz de recoger en sí la convulsión y la agitación de sus propias fantasías. De la fragmentación de su relato resulta una consecuencia obvia: queda en la absoluta soledad.

 

Para defender al hombre hay que maltratar al hombre. Este no es un dilema sino una dura realidad.

El ser humano se debate en su propia humanidad: Somos generosos y monstruosos, prepotentes e impotentes, magníficos y ridículos, racionales e irracionales, nos agitamos en vano tratando de darle un sentido a la vida y a la muerte, no solo a la nuestra sino a la de los demás.

 

Malraux Andre / Condición humana (fragmento)

 

Las Manos de Eurídice, catalogada como una de las obras más originales y complejas del teatro universal contemporáneo, es una tragicomedia en dos actos escrita por el psiquiatra y dramaturgo Pedro Bloch.

 

Interpretada y dirigida en forma sublime por Cristian Thorsen, quien acapara y estremece hasta las lágrimas su creación con este personaje. Una experiencia estética y ética del lado en que se la vea, pura satisfacción poder disfrutar de semejante Artista.

Él solito, una silla, una valija, suficiente escenografía y puesta en escena para graficar y trasladarnos al torbellino de recuerdos que tomó el rumbo de su vida.

Cuerpo, Voz y Acción, un perfecto compendio de un profesional.  

 

Muy enriquecedor, el contacto directo con el público, por momentos ese desequilibrado hombre que trata de recuperar esa calma perdida, se le cree las demandas ambientales y personales por su gran habilidad y credibilidad en su discurso, gran manejo en su exégesis, todos los recursos puestos en los aspectos emocionales y de comportamiento. Al punto de dudar por segundos en sí es… ¿Culpable o Inocente?  

 

Para aplaudir de pie, de principio a fin atractiva propuesta teatral, máxima calidad el texto e imponente y memorable actuación, cuanto talento por favorrr.

 

 IMPERDIBLE!!!

 

Redactora: Silvina Brandana

 

 

Ficha técnico artístico

Autoría: Pedro Bloch

 

Actúan: Cristian Thorsen

 

Iluminación y Sonido: Damián López

 

Fotografía: Daniela López

 

Diseño de imagen: Débora Victoria Sconza

 

Asistencia de dirección: Damián López

 

Dirección: Cristian Thorsen

 

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Comentarios: 1
  • #1

    Francisco Mendivil (miércoles, 03 julio 2019 22:57)

    tienen el libreto de las manos de euricides de Pedro Bloch