"Las Buenas Muertes o paupérrimo desenlace mortal de las lituanas"                 

“Después de todo, la muerte es solo un síntoma de que hubo vida”  Mario Benedetti"

Más triste que la muerte es la manera de morir y los medios de comunicación pueden ayudar a orientar la  opinión sobre un determinado tema, porque tienen la capacidad de mover masas.

 

 

"Las Buenas Muertes o paupérrimo   desenlace mortal de las lituanas"

                                     De Gabriel Calderón

 

 

Cuando nos referimos al rol que cumplen los medios de comunicación en la sociedad, podemos hacerlo de dos formas: una, como reflejo de la realidad y la otra, como generadores de realidades. Ambas posturas se toman según el posicionamiento ideológico que posean, provocando un impacto importante, ya que, como son parte del tejido social favorecen a la construcción de los imaginarios. Lo que podríamos definir, entonces, es cómo tener un enfoque cuestionado, de enérgica entereza y serena reflección, frente a la producción mediática, sobre todo en aquellos casos que directa o indirectamente afecta nuestras vidas, como por ejemplo,  el tema de la violencia, el terror y la muerte, que nos envuelve día a día. En éste pensamientos nos situamos para hablar de la obra de teatro "Las Buenas Muertes o paupérrimo  desenlace mortal de las lituanas", del joven dramaturgo uruguayo Gabriel Calderón.

 

Indudablemente, podemos decir que su texto abarca mucho más que todo lo expuesto anteriormente; desde una mirada amplia, notamos tres situaciones puntuales que giran alrededor de uno de los medios más relevantes: la televisión.

Primero, nos encontramos con tres señoras de la tercera edad que sacan a relucir sus tormentosos pasados y sus inciertos futuros, preparándose para una muerte ideal. Clara, Marta e Inés, son muy diferentes en sus personalidades pero las une el abandono y la desidia.

Luego, vemos a un maestro de ceremonias que hace alarde de un macabro show en donde el protagonista es él mismo, un psicópata desenfrenado. Alexis, es el resultado el resultado de una sociedad enferma y desorientada.

Y después, aparece en una pantalla el rostro de un joven (niño), que cansado de los “viejos”, declara una guerra inaudita entre adultos e infantes. Este ser especial, nos representa a un mundo perdido, llenos de egos, poderes e intereses vacíos que la ignorancia lo lleva a querer a solucionar el descontento con el enfrentamiento armado.

Adjunto al tema material, que son los medios de comunicación aparece el existencial,  la muerte, la violencia y el terror, como nexo de éstas historias aberrantes, ambos se retroalimentan, en un juego macabro.

Todo éste desquiciado universo, se nos presenta ante nuestros ojos como un torbellino de realidades, como un desborde generacional incontrolable.

 

A partir de lo visto, nos nace un torbellino de ideas y de preguntas que, quizás, alguna vez lo pensamos pero que, la mayoría de las veces, lo dejamos pasar sin prestar atención a la respuesta:

- ¿Qué pasa con la tercera edad? ¿Se dejan morir o los dejamos morir?

- ¿Qué función cumple la televisión como medio de comunicación masiva? ¿Qué y cómo nos informa?

- ¿Hay una guerra entre adultos y jóvenes? ¿El pasado, no es parte del futuro?

- ¿Hay que aceptar todo lo que nos muestran como algo natural? ¿Qué es la naturalidad?

-  ¿Vivimos una realidad osada? ¿La vorágine de la cotidianeidad, no nos deja pensar?

- Hay distintas formas de violencia. ¿Sabemos detectarla?

- ¿Los psicópatas, están entre nosotros? ¿Qué ha pasado con la humanidad?

- ¿Cómo influye la ironía en nuestro inconsciente colectivo?

Entonce, el hecho teatral debe ser muy exigente, para poder plasmar muchas cosas al mismo tiempo y, así, entender el contenido.

 

Los elementos escenográficos, son habituales, están reacomodados y bien organizados. A los sillones, se le agregaron ruedas (de los cuales las ancianas, casi nunca, se levantan);  al espejo, se lo adornó con luces (denotando espectáculo); en un rincón hay una serie de componentes simples (pero, indispensables para desarrollar la trama) y, como marco general está la pantalla, en donde el audiovisual  nos muestra otro sector de situaciones, devolviéndonos en imágenes y palabras todo lo que nos quieren decir. Se utiliza toda la sala: el espacio escénico, la platea y el pasillo, dándole una impronta holística, multiplicando así las áreas y los ambientes.

Todo el vestuario, es detalladamente convencional, adaptado a la época y  ensamblado con diferentes detalles para marcar la diferencia. El maquillaje, cuidadosamente realizado del actor Fernando Alegre (Alexis), le da un toque tragi-cómico al personaje que está interpretando. La adecuada iluminación, demuestra los avances y los retrocesos de los acontecimientos.

 

Muy destacada es la actuación de Fernando Alegre, que con su maestría y seducción, se adueña del set de presentación. Decidido, desestructurado, mordaz, hace gala de ese gran bufón que lleva adentro a las mil maravillas. Su video, es impactante; elogiamos además de su excelente dotes de actor, su elocuente rol de cantante y su carisma personal.

Para resaltar, son las capacidades interpretativas de Gloria Fiol, Claudia Kotliar, Alicia Naya (las tres sexagenarias), que sintiendo a flor de piel sus personajes, demuestran el compromiso y el talento que tienen.

Todos, Martín Elías Costa, Luciana Falcón, Coco Sanchéz, Agustina Soler, se compenetran fehacientemente en sus papeles para brindarnos una puesta en escena ágil, propicia para los múltiples mensajes que se están originando.

La dirección de la joven Agustina Soler, lleva a los actores a situarse desde una totalidad avasallante, lo que le da a cada uno de ellos una amplia libertad para expresarse, logrando un reacomodamiento individual que se vuelve exacto. Ellos, a veces, son protagonistas y, a la vez, espectadores de lo que sucede desarrollándose un intercambio de sensaciones  que desencadenan en un mismo sentido: el desorden generalizado de seres humanos deshumanizados.

 

Recomendada para un público atento, perspicaz, avezado, porque hay que agudizar todos los sentidos para no perderse detalle. Es un trabajo intenso, fuerte, provocativo. Para pensar en los demás y re-pensarnos a nosotros mismos, como ciudadanos y como individuos.

MUY INTERESANTE.

 

                                                                                                                       Redactora: Estela Gómez

                                                                                                                                            29/11/2014

                                                        

 

Ficha técnico- artístico

Autoría: Gabriel Calderón

Adaptación: Pehuén Gutiérrez

Actúan: Fernando Alegre, Martín Elías Costa, Luciana Falcón, Gloria Fiol, Claudia Kotliar, Alicia Naya, Coco Sanchéz, Agustina Soler

Vestuario: Romina Grande, Amparo Guirao

Escenografía: Romina Grande, Amparo Guirao

Iluminación: Eduardo Maggiolo

Maquillaje: Romina Grande, Amparo Guirao

Música original: Manuel Elías Costa

Asistencia de dirección: Gabriela López Leal

Dirección de filmaciones: Cecilia Almeida Saquieres

Dirección: Agustina Soler

Duración: 60 minutos

DELBORDE ESPACIO TEATRAL

Chile 630

Capital Federal - Buenos Aires - Argentina

Reservas: 4300-6201

Web: http://www.delborde.com.ar

Entrada: $ 100,00 / $ 70,00 - Sábado - 19:30 hs - 

Escribir comentario

Comentarios: 0