EL BESO DE LA MUJER ARAÑA

“Estoy encerrado en esta celda y es mejor que piense en cosas buenas … déjame escapar de la realidad de vez en cuando, porque ¿por qué debería dejarme deprimir más de lo que estoy? De lo contrario, me volveré loco “(Puig, 1976: 78)

 

 

El Beso de la Mujer Araña

                                              De Manuel Puig

 

Corre el año 1970  y la República Argentina se encuentra convulsionada,  la violencia política y el surgimiento de organizaciones armadas de izquierda y de derecha son algunas de las características de esa época.

 

Nos situamos en una celda y nos encontramos con Valentín, un joven revolucionario encarcelado por participar de una revuelta, y, con Molina, un homosexual carente de afecto al que atrapan por corromper a menores. Éstas personas, ahora compañeros, no tienen más remedio que compartir sus días, sus introspecciones, sus ambiciones, sus quimeras, sus ansiedades, sus pesadillas… ahí adentro…

 

Su trama nos dispara un sinfín de aristas para analizar, nos lleva a observar diferentes formas de ver cada situación, nos crea mundos imaginarios en donde habitan lo bueno y lo malo, lo correcto o incorrecto, lo “normal” y lo “a normal”. Dentro de una atmosfera de encierro, la dominación en todo sentido aparece, la violencia institucional es moneda corriente, los prejuicios y estereotipos se acentúan, y estos seres humanos se entregan a sus destinos sin antes intentar cambiar mentalidades, aunque sea para ellos mismos.

 

En el transcurrir de la novela, Molina, muy humano y dócil se dedica a contar películas de Hollywood de los años 30; mientras que Valentín, reacio, duro por fuera y blando por dentro sufre horrores esa estadía. Inconscientemente, necesita y acepta ese método que le ofrece Molina para aliviar dolores. El tiempo pasa y cuando el final se aproxima y sus vidas toman diferentes caminos, en nuestro recuerdo quedaran como dos ejemplos de lucha y supervivencia.

 

La sensibilidad explicita de Oscar Giménez, poniéndose en la piel de Molina, es impresionante; se nos eriza la piel al verlo en este amoroso personaje tan querible que no lo podemos dejar de alabar; obviamente, ya conocemos el talento y el profesionalismo de este eximio actor. Lo mismo para Pablo Pieretti cuya pasión por la actuación lo lleva a darle esa ternura implícita a Valentín, ternura que lo vuelve inmenso, a pesar de sus sufrimientos; es un personaje que tiene mucho vuelo y creatividad y al que Pablo Pieretti lo moldea magníficamente. Estos actores se lucen en sus interpretaciones con esa presencia escénica y sus idoneidades que los destaca y que nos llevan a darles un aplauso interminable al final de la función.

 

Dirigida magistralmente por Valeria Ambrosio, con una escenografía que refleja fielmente una cruel realidad, con el adecuado vestuario que sirve para marcar las diferencias, con la música y las luces que le dan significado a los momentos especiales, se erige ante nuestros ojos una congruente puesta en escena.

 

El beso de la mujer araña, escrita por Manuel Puig, es un clásico muy destacado que, en esta oportunidad, con la dirección de Valeria Ambrosio y con las actuaciones de Oscar Giménez y Pablo Pieretti se convierte en una obra maestra teatral. Los tres, más todo el equipo de trabajo, hacen que esta maravilla de dramaturgia se enaltezca y se vuelva indispensable en la cartelera porteña.

 

EXCELENTE!!

                                  Redactora: Estela Gómez

                                                       02/04/2022

 

 

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